Condenados
Resumen del Libro

Bienvenidos al día del juicio final DICEN QUE EN las ramas de los árboles calcinados anidan ángeles negros, y que su prole se alimenta de lágrimas y ceniza. Como cualquier otra de las historias que los niños escuchan de boca de los amargados, su credibilidad se asienta sobre hechos contrastados. Los ángeles caminan por las ruinas del mundo y su mirada quiebra los corazones que aún laten en los pocos supervivientes. No ha transcurrido ni un día desde que ellos aparecieron. No transcurrirá ninguno por mucho que lo deseemos. Un ángel merodea entre los escombros. Sus alas blancas, plegadas a su espalda, se extienden más allá de la musculatura desproporcionada de su espalda. Nadie en su sano juicio podría confundir a esta criatura con un hombre. Sus ojos son blancos, brillantes, inquisitivos más allá del alma. Cuando camina sobre sus pies descalzos la tierra cruje, gime. Resulta esperpéntico ver caminar a un ángel. Sus ademanes son torpes, sus pasos tímidos. Sin embargo, hay algo a su alrededor, un halo de majestuosidad y un egocentrismo mal disimulado, que mantiene a los hombres alejados. Respeto y miedo, pues aún hoy, en este día eterno que nunca concluye, los supervivientes que admiran al ángel saben que están presenciando un prodigio.