El Hombre Que Se Enamoró Del Sol Y Otros Relatos
Resumen del Libro

Las melancólicas notas de una guitarra esquivan la mirada de la gente, moviéndose desganadas a través de la calle, hasta perderse, asustarse, llamarse a gritos por un segundo, no encontrarse, llorarse, desaparecer junto al viento y al humo.Y la melodía se va. Hasta que vuelve.Dedos sucios llenos de anillos rasgan las cuerdas, arrancando gemidos a la guitarra, no dejándola descansar ni un momento. A la vieja madera no le falta más que sudar, entre el dolor y el placer que inspiran sus lamentos, su canción toma rumbos desconocidos, llegando hasta el cielo y volviendo, susurrando en los oídos escondidos bajo un enorme sombrero las maravillas que han presenciado. El mundo cuentan, el mundo es un lugar bello y asombroso. Poblado por criaturas insulsas, cuyas vidas duran incluso menos que una canción, y cuyas historias son incluso más emotivas y tristes, pero oh, tan hermosas… Los ojos se cierran, evocando imágenes, viajando con la mente, y una sonrisa blanca nace entre las oscuras facciones, agrietadas a causa de los años.Desde el otro lado de la calle, alguien observa. Pequeño y frágil como una hoja, de ojos inmensos y claros, que entrecierra a causa de la hostigadora luz del Sol. Un niño, nada más, una canción recién empezada, casi se puede oler la tinta de las notas recién escritas sobre el pentagrama. Mira, alguien está dibujando una clave de Sol… pero ay, algunas notas se escabullen de entre las líneas de la partitura, saltan y vuelan y huyen.Canciones jóvenes que huyeron en busca de una historia, se desperdigaron por el firmamento para mirar desde lo alto, buscando tragedias, hambrientas de amor y de drama, anhelantes de saborear aunque fuera tan solo unas gotas de pura felicidad. Cuentan que una huyó tras la seda de un vestido, que otra se perdió en el tintineante sonido de las monedas al chocar. Algunas esperaron y esperaron, hasta que la tormenta por fin las encontró y lograron despertar y vivir y cantar. Y hubo una, incluso,…