Simplemente Poemas
Resumen del Libro

Hace años, muchos antes de mi primer viaje a Nueva York, escuché en la radio la historia mágica de un poeta dominicano que, cuando llegó a Nueva York y vivía en un piso muy alto de un edificio echaba tanto de menos su tierra que puso una plancha de metal en la ventana para poder oír el sonido de la lluvia.Manuel Darío no es aquel poeta, pero bien podría haberlo sido. Sus poemas no son enjambres de figuras y palabras esdrújulas, sino la lengua de las calles, tienen el color del Caribe, la sonoridad y la pasión con la que hablan los isleños y, sobre todo, poseen esa música del interior de los conchos, esos taxis dominicanos que nunca conocen los turistas del todo incluído. Este poemario huele a pueblo y a pinturas naïve haitianas a la venta en una calle cualquiera del Distrito Nacional. Trae el recuerdo de niños y niñas chapoteando en el agua torrencial en La Romana tras la tormenta. Son niños que no necesitan parques temáticos sino tan solo esas gotas de agua del poeta que transportan a Manuel Darío a sus raíces cibaeñas y sus palabras nos nutren con el valor y el calor de lo que de verdad importa.Juan NavidadPoeta y editor, New York