Puntuación, Humanismo E Imprenta En El Siglo De Oro

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Resumen del Libro



Contra lo que se podría pensar, durante los primeros tiempos de la imprenta, los estampadores -y buena parte de sus clientes- sintieron un cierto complejo de inferioridad frente al trabajo que habían realizado, y todavía realizaban, los escribas: el manuscrito encuadernado en códice, obra única y, en ocasiones, dotada de una gran perfección formal. Se entiende por esto -y, además, porque no contaban con otro modelo- que los primeros impresores intentaran reproducir en sus libros, en la medida de lo posible, el aspecto de los códices. Entre los componentes que se intenta imitar destacan el tipo de letra y el sistema de puntuación. Al principio, los propietarios de las imprentas debían encargarse de la confección de sus propios tipos: había que cortar el punzón con el signo invertido, grabar con éste una matriz, echar el metal fundido en el molde que contenía la matriz, y vaciarlo. Buscaban su modelo en los tipos más elegantes de los más afamados estampadores. Pero a partir del segundo cuarto del siglo XVI se generalizó la compra de tipos a casas especializadas, con lo que la unificación de caracteres se aceleró en toda Europa.


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