Sarmiento En El Estado De Buenos Aires

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Resumen del Libro



Luego de la caída de Rosas en la batalla de Caseros (1852), Buenos Aires resistió y finalmente rechazó el poder del vencedor Justo José de Urquiza. La Nación se organizó constitucionalmente en 1853 sin la presencia clave de aquella provincia. El sanjuanino Domingo Faustino Sarmiento había atacado a Rosas desde su exilio y participado de la campaña militar encabezada por Urquiza. Enemistado muy pronto con el caudillo de Entre Ríos, abandonó el país y regresó a Chile, donde continuó ejerciendo el periodismo y escribiendo. En 1855 se instaló en Buenos Aires, ciudad que concentró su interés de recién llegado. Sucesivamente fue redactor del diario El Nacional, municipal (concejal), jefe del Departamento de Escuelas, seriador, convencional constituyente y ministro del gobernador Bartolomé Mitre. Sarmiento entendió que la Confederación Argentina respondía a la voluntad de Urquiza y no significaba sino un conjunto de antiguos gobernadores ahora satélites del vencedor. Opuesto a aquella concepción externa, el Estado de Buenos Aires reflejaba el entendimiento, el emocional sacudimiento – para ser más exactos – de la cara civilizada de un país desierto. Los debates parlamentarios, los progresos edilicios y culturales, las batallas por la educación común, la vida en la prensa libre, la obstinada oposición al gobierno de Paraná, integraron la necesaria definición de la civilización refugiada en la gran ciudad. Con una tenacidad pocas veces vista, Sarmiento se entregó a la lucha de la pluma y defendió las razones por las que la Provincia se mantuvo al margen de sus hermanas, sin dejar por ello de alentar la unión nacional, para él tan cara por su condición de provinciano en Buenos Aires.


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